miércoles, 5 de septiembre de 2012

El último exorcismo’

Las cintas sobre posesiones diabólicas se han convertido casi en un cliché. Desde que ‘El exorcista’ fijara el canon del subgénero, gran parte de las películas con demonios que se apoderan de los cuerpos de personas han repetido una serie de tópicos. Sólo en algunos casos, como en la reivindicable ‘El último exorcismo’, los directores han tenido el suficiente valor como para dar una vuelta de tuerca algo irónica e inteligente a la habitual sucesión de lugares comunes. No es el caso de The Possesion (el origen del mal), película norteamericana de Ole Bornedal, director danés al que debemos cintas como ‘Deliver Us From Evil’ o ‘El vigilante nocturno’. El largometraje se limita a cambiar la religión del demonio de turno. Si en la mayoría de los largometrajes los diablos tienen origen cristiano, la cinta estadounidense nos enseña los efectos destructores de un demonio arraigado en la cultura judía. El resto es un poco lo mismo. Una cría adorable que comienza a comportarse de manera extraña, unos padres preocupados por el cambio de la pequeña y una serie de hechos extraños que les hará pensar que la niña de sus ojos es ahora víctima de una posesión. Todo ello coronado, como es habitual, con una ceremonia de exorcismo más o menos efectista. Bornedal dirige todo sin ningún tipo de fuerza. Intenta crear un clima malsano que preceda al habitual exorcismo, aunque no consigue nada más que aburrimiento. En algún caso resulta incluso pretencioso al utilizar repetidamente planos cenitales que no parecen tener ningún tipo de significado. Tampoco destaca en la dirección de actores. Jeffrey Dean Morgan parece constantemente aburrido en el papel de padre separado que tiene que investigar lo que le ocurre a su hija pequeña. Kyra Sedgwick resulta insufrible como esa madre egoísta que no para de reprocharle cosas a su ex. Por su parte, Natasha Calis se limita a mostrar su beatífica sonrisa cuando es una niña normal y a gesticular de manera absurda cuando se encuentra poseída por el demonio. No obstante, la palma del ridículo se la lleva el músico Matisyahu, que encarna a un exorcista hebreo que se balancea como si fuera un cantante de rap. Escasamente original, The Possesion (El origen del mal) es un filme rutinario que sólo gustará a los más acérrimos amantes del subgénero. Es mejor que la horrible ‘ The Devil Inside’, aunque infinitamente peor que ‘El exorcista’ o ‘El último exorcismo’.